----------------------------Por: Bernardo Socha Acosta
Colombia en el vilipendio
Cuando conocemos hechos como los denunciados por la Revista Semana , relacionados respecto a la burla que se le hace al país desde una institución como el ejército, no le queda a un ciudadano deseos de creer en nada y en nadie en Colombia. No están equivocados los comentaristas de los medios que señalan esto como la peor vergüenza, atrevimiento y desafío de instituciones como la mencionada.
Para valorar la gravedad y vergüenza de lo ocurrido, solo nos vasta volver a leer el artículo de la denuncia, por fortuna muy bien fundamentado. Leer Revista Semana.
Pero a estos hechos se le suman otros escándalos como las falsas desmovilizaciones, los falsos positivos, el desvío de cuantiosos recursos económicos como Agro Ingreso Seguro, el despilfarro que se hace desde entidades como la Contraloría General de la República , el engaño a los trabajadores de quitarles horas extras para crear nuevas fuentes de empleo y tantas ironías más han empobrecido a los núcleos sociales hasta llegar a casi 10 millones de indigentes, no extraña a nadie, por qué en Colombia aumenta el potencial de gente rebelde que no solo le queda el recurso de la protesta, sino que se va a los extremos.
Para que nos detengamos a contemplar lo que se hace desde una institución del Estado, del cual hacemos parte, solo es necesario considerar que somos por infortunio del mismo cacareado concepto de la llamada democracia, los subalternos y siempre engañados, pisoteados y vilipendiados por quienes están arriba aprovechándose del poder para vulnerar los derechos del llamado pueblo, aumentándole cada vez las cargas tributarias, encareciendo los servicios públicos y tantas cosas que ocurren en nuestro país. Pero, lamentablemente parece que apenas nos reímos de lo que le pasa a Colombia, como si solo fueran simples picardías.
Cuando vemos a la delincuencia portando uniformes de las fuerzas regulares, a primera vista lo reprochamos; pero cuando leemos investigaciones como la de la Revista Semana , sobre Tolemaida, no nos extrañamos porque, si instituciones que creíamos la medula de de la sociedad colombiana en la lucha contra actos delictivos y la búsqueda de la verdad y la justicia, cae en hechos tan reprochables y los superiores dicen no tener conocimiento, demuestra que hemos llegado al fondo de lo peor en Colombia, donde repito, no hay motivo para creer en nada y en nadie.
Con todo esto y muchos más de lo que hemos vivido en la última década, es oportuno que cada ciudadano, piense en el grado de responsabilidad que tenemos los más de 10 millones de electores, que seguramente con ingenuidad hemos confiado en quienes salen a la plaza pública y a través de los medios de comunicación a decirle a los ciudadanos maravillas y que van a ser los redentores de los oprimidos, que van a bajar los impuestos y las tarifas de servicios públicos, etc., etc., pero todo resulta una utopía, o, mentiras, que lamentablemente ilusionan a los electores para llevarlos a las urnas como tirados con bozal, para terminar resignados a toda clase de vilipendios disfrazados.
Todo esto y muchas cosas más nos concitan a preguntarnos si habrá motivo para seguir creyendo en las instituciones del Estado Colombiano.
Pero sin duda, hoy que tanto la Contraloría general y la fiscalía general han llegado a manos del poder femenino y sumado a la credibilidad de la Corte Constitucional , (que nos salvó de la hecatombe) nos queda algo de esperanza, si desde la rama ejecutiva se respeta el concepto del estado de derecho que se puso en grave riesgo, no hace mucho tiempo.